Sonetos a los Arcángeles
Miguel
Al riesgo y la virtud libró su vuelo;
y el pie que alzó entre brisas luminosas
tocó la oscuridad y las ruidosas
orillas donde el monstruo hunde su vuelo.
Se oyó el abismo de la tierra al cielo.
Y ante el mundo sangrante de las cosas
cortó el arcángel las pestilenciosas
cabezas de volcánico flagelo.
La Virgen de las vírgenes subía
del cielo que enfloró con nuevas voces
a otro cielo de incógnita alegría.
Suspendiendo los coros de la vida
pasó el arcángel -nube y luz veloces-
punzando estrellas con su espada henchida.
cfr:"Esta barca sin remos es la mía", Carlos Pellicer, Xalapa, México, Universidad Veracruzana. 2008.
lunes, 28 de septiembre de 2015
domingo, 27 de septiembre de 2015
La mujer de Lot
La mujer de Lot
Ana Ajmátova
Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios
por una montaña negra, siguiendo su huella,
mientras una voz incansable acosaba a la mujer:
—No es demasiado tarde, aun puedes mirar hacia atrás.
Hacia las torres rojas de tu Sodoma nativa,
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.
Una sola mirada: súbita punzada de dolor
en sus ojos, antes de poder emitir cualquier sonido.
Su cuerpo se derritió en sal transparente
y sus ligeras piernas claváronse en la tierra
al patio donde una vez cantaste, al pabellón para hilar,
a las ventanas de la enorme casa
donde la descendencia santificó tu lecho conyugal.
Una sola mirada: súbita punzada de dolor
en sus ojos, antes de poder emitir cualquier sonido.
Su cuerpo se derritió en sal transparente
y sus ligeras piernas claváronse en la tierra
¿Quién penará por esta mujer? ¿No le resulta
de sobra insignificante a nuestra incumbencia?
Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
ella que murió porque eligió volverse.
Fuente: www.materialdelectura.unam.mx Ana Ajmátova/Poesía
de sobra insignificante a nuestra incumbencia?
Incluso así, nunca la negaré en mi corazón,
ella que murió porque eligió volverse.
Fuente: www.materialdelectura.unam.mx Ana Ajmátova/Poesía
sábado, 26 de septiembre de 2015
Un poema para amarte.
1. PENSAMIENTO DE QUIEN SABE INMINENTE UN BESO TUYO
Enrique López Aguilar
Por tu nombre con mar, todas las vías
de la sal de la piel para explorarte
(en tu pelo, la red que me captura,
y en tus manos, la forma que me eliges).
Porque es tu aliento faro del perdido,
leve indicio del cuerpo que navego,
permite que naufrague entre tus labios.
***
3. UN POEMA PARA AMARTE
Enrique López Aguilar
El murmullo del mar vive en tu nombre
y lo baña con peces para verte,
te vuelve signo de agua al tenderte
para ser navegada por un hombre.
Este mar tan ahogado en esa cumbre
donde aprenden los labios a besarte,
ese cristal donde se aprende a amarte
arde con cinco letras en tu lumbre.
El oleaje del mar se hace palabra
en los misterios que tu alquimia ensarta
con hilos de aire en los que amor se labra;
sus dedos de agua escribirán la carta
donde dirá, porque tu sí lo abra:
amar se escribe con tu nombre, Marta.
cfr: "Para decir tu nombre", Enrique López Aguilar, Xalapa, México, Instituto Veracruzano de Cultura, 1996.
Enrique López Aguilar
Por tu nombre con mar, todas las vías
de la sal de la piel para explorarte
(en tu pelo, la red que me captura,
y en tus manos, la forma que me eliges).
Porque es tu aliento faro del perdido,
leve indicio del cuerpo que navego,
permite que naufrague entre tus labios.
***
3. UN POEMA PARA AMARTE
Enrique López Aguilar
El murmullo del mar vive en tu nombre
y lo baña con peces para verte,
te vuelve signo de agua al tenderte
para ser navegada por un hombre.
Este mar tan ahogado en esa cumbre
donde aprenden los labios a besarte,
ese cristal donde se aprende a amarte
arde con cinco letras en tu lumbre.
El oleaje del mar se hace palabra
en los misterios que tu alquimia ensarta
con hilos de aire en los que amor se labra;
sus dedos de agua escribirán la carta
donde dirá, porque tu sí lo abra:
amar se escribe con tu nombre, Marta.
cfr: "Para decir tu nombre", Enrique López Aguilar, Xalapa, México, Instituto Veracruzano de Cultura, 1996.
Un viento llamado Bob Rauschenberg.
Un viento llamado Bob Rauschenberg
Octavio Paz
Octavio Paz
Paisaje caído de Saturno,
paisaje del desamparo,
llanuras de tuercas y ruedas y palancas,
turbinas asmáticas, hélices rotas,
cicatrices de la electricidad,
paisaje desconsolado:
los objetos duermen unos al lado de los otros,
vastos rebaños de cosas y cosas y cosas,
los objetos duermen con los ojos abiertos
y caen pausadamente en sí mismos,
caen sin moverse,
su caída es la quietud del llano bajo la luna,
su sueño es un caer sin regreso,
un descenso hacia el espacio sin comienzo,
los objetos caen,
están cayendo,
caen desde mi frente que los piensa,
caen desde mis ojos que no los miran,
caen desde mi pensamiento que los dice,
caen como letras, letras, letras,
lluvia de letras sobre el paisaje del desamparo.
paisaje del desamparo,
llanuras de tuercas y ruedas y palancas,
turbinas asmáticas, hélices rotas,
cicatrices de la electricidad,
paisaje desconsolado:
los objetos duermen unos al lado de los otros,
vastos rebaños de cosas y cosas y cosas,
los objetos duermen con los ojos abiertos
y caen pausadamente en sí mismos,
caen sin moverse,
su caída es la quietud del llano bajo la luna,
su sueño es un caer sin regreso,
un descenso hacia el espacio sin comienzo,
los objetos caen,
están cayendo,
caen desde mi frente que los piensa,
caen desde mis ojos que no los miran,
caen desde mi pensamiento que los dice,
caen como letras, letras, letras,
lluvia de letras sobre el paisaje del desamparo.
Paisaje caído,
sobre sí mismo echado, buey inmenso,
sobre sí mismo echado, buey inmenso,
buey crepuscular como este siglo que acaba,
las cosas duermen unas al lado de las otras
-el hierro y el algodón, la seda y el carbón,
las fibras sintéticas y los granos de trigo,
los tornillos y los huesos del ala del gorrión,
la grúa, la colcha de lana y el retrato de familia,
el reflector, el manubrio y la pluma del colibrí-
las cosas duermen y hablan en sueños,
el viento ha soplado sobre las cosas
y lo que hablan las cosas en su sueño
lo dice el viento lunar al rozarlas,
lo dice con reflejos y colores que arden y estallan,
el viento profiere formas que respiran y giran,
las cosas se oyen hablar y se asombran al oírse,
eran mudas de nacimiento y ahora cantan y ríen,
eran paralíticas y ahora bailan,
el viento las une y las separa y las une,
juega con ellas, las deshace y las rehace,
inventa otras cosas nunca vistas ni oídas,
sus ayuntamientos y sus disyunciones
son racimos de enigmas palpitantes,
formas insólitas y cambiantes de las pasiones,
constelaciones del deseo, la cólera, el amor,
figuras de los encuentros y las despedidas.
las cosas duermen unas al lado de las otras
-el hierro y el algodón, la seda y el carbón,
las fibras sintéticas y los granos de trigo,
los tornillos y los huesos del ala del gorrión,
la grúa, la colcha de lana y el retrato de familia,
el reflector, el manubrio y la pluma del colibrí-
las cosas duermen y hablan en sueños,
el viento ha soplado sobre las cosas
y lo que hablan las cosas en su sueño
lo dice el viento lunar al rozarlas,
lo dice con reflejos y colores que arden y estallan,
el viento profiere formas que respiran y giran,
las cosas se oyen hablar y se asombran al oírse,
eran mudas de nacimiento y ahora cantan y ríen,
eran paralíticas y ahora bailan,
el viento las une y las separa y las une,
juega con ellas, las deshace y las rehace,
inventa otras cosas nunca vistas ni oídas,
sus ayuntamientos y sus disyunciones
son racimos de enigmas palpitantes,
formas insólitas y cambiantes de las pasiones,
constelaciones del deseo, la cólera, el amor,
figuras de los encuentros y las despedidas.
El paisaje abre los ojos y se incorpora,
se echa a andar y su sombra lo sigue,
es una estela de rumores obscuros,
son los lenguajes de las substancias caídas,
el viento se detiene y oye el clamor de los elementos,
a la arena y al agua hablando en voz baja,
el gemido de las maderas del muelle que combate la sal,
las confidencias temerarias del fuego,
el soliloquio de las cenizas,
la conversación interminable del universo.
Al hablar con las cosas y con nosotros
el universo habla consigo mismo:
somos su lengua y su oreja, sus palabras y sus silencios.
El viento oye lo que dice el universo
y nosotros oímos lo que dice el viento
al mover los follajes submarinos del lenguaje
y las vegetaciones secretas del subsuelo y el subcielo:
los sueños de las cosas el hombre los sueña,
los sueños de los hombres el tiempo los piensa.
cfr: Poesía, pan de los elegidos, Octavio Paz, Xalapa, Veracruz, México. Universidad Veracruzana.
se echa a andar y su sombra lo sigue,
es una estela de rumores obscuros,
son los lenguajes de las substancias caídas,
el viento se detiene y oye el clamor de los elementos,
a la arena y al agua hablando en voz baja,
el gemido de las maderas del muelle que combate la sal,
las confidencias temerarias del fuego,
el soliloquio de las cenizas,
la conversación interminable del universo.
Al hablar con las cosas y con nosotros
el universo habla consigo mismo:
somos su lengua y su oreja, sus palabras y sus silencios.
El viento oye lo que dice el universo
y nosotros oímos lo que dice el viento
al mover los follajes submarinos del lenguaje
y las vegetaciones secretas del subsuelo y el subcielo:
los sueños de las cosas el hombre los sueña,
los sueños de los hombres el tiempo los piensa.
cfr: Poesía, pan de los elegidos, Octavio Paz, Xalapa, Veracruz, México. Universidad Veracruzana.
miércoles, 23 de septiembre de 2015
Poema de los dones
Jorge Luis Borges.
Poema de los dones.
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia
griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esa alta y honda biblioteca ciega.
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esa alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas
tardes los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto, que habrá dado
los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
mundo que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
(De «El Hacedor»)
martes, 22 de septiembre de 2015
Bestiario
BESTIARIO.
Juan José Arreola.
Insectiada
Pertenecemos a una triste especie de insectos,
dominada por el apogeo de las hembras vigorosas,
sanguinarias y terriblemente escasas. Por cada una
de ellas hay veinte machos débiles y dolientes.
Vivimos en fuga constante. Las hembras van
tras de nosotros, y nosotros, por razones de seguridad,
abandonamos todo alimento a sus mandíbulas insaciables.
Pero la estación amorosa cambia el orden de las cosas.
Ellas despiden irresistible aroma. Y las seguimos enervados
hacia una muerte segura. Detrás de cada hembra perfumada
hay una hilera de machos suplicantes.
El espectáculo se inicia cuando la hembra percibe un
número suficiente de candidatos. Uno a uno saltamos sobre
ella. Con rápido movimiento esquiva el ataque y despedaza al galán.
Cuando está ocupado en devorarlo, se arroja un nuevo aspirante.
Y así hasta el final. La unión se consuma con el último superviviente,
cuando la hembra, fatigada y relativamente harta, apenas tiene
fuerzas para decapitar al macho que la cabalga, obsesionado
en su goce.
Queda adormecida largo tiempo triunfadora en su campo de eróticos
despojos. Después cuelga del árbol inmediato un grueso cartucho
de huevos. De allí nacerá otra vez la muchedumbre de las víctimas,
con su infalible dotación de verdugos.
Bestiario, Juan José Arreola, Editorial Joaquín Mortiz, S.A. de C.V. México D.F. 2006.
Juan José Arreola.
Insectiada
Pertenecemos a una triste especie de insectos,
dominada por el apogeo de las hembras vigorosas,
sanguinarias y terriblemente escasas. Por cada una
de ellas hay veinte machos débiles y dolientes.
Vivimos en fuga constante. Las hembras van
tras de nosotros, y nosotros, por razones de seguridad,
abandonamos todo alimento a sus mandíbulas insaciables.
Pero la estación amorosa cambia el orden de las cosas.
Ellas despiden irresistible aroma. Y las seguimos enervados
hacia una muerte segura. Detrás de cada hembra perfumada
hay una hilera de machos suplicantes.
El espectáculo se inicia cuando la hembra percibe un
número suficiente de candidatos. Uno a uno saltamos sobre
ella. Con rápido movimiento esquiva el ataque y despedaza al galán.
Cuando está ocupado en devorarlo, se arroja un nuevo aspirante.
Y así hasta el final. La unión se consuma con el último superviviente,
cuando la hembra, fatigada y relativamente harta, apenas tiene
fuerzas para decapitar al macho que la cabalga, obsesionado
en su goce.
Queda adormecida largo tiempo triunfadora en su campo de eróticos
despojos. Después cuelga del árbol inmediato un grueso cartucho
de huevos. De allí nacerá otra vez la muchedumbre de las víctimas,
con su infalible dotación de verdugos.
Bestiario, Juan José Arreola, Editorial Joaquín Mortiz, S.A. de C.V. México D.F. 2006.
Luis Cernuda
Luis Cernuda, Octavio Paz
(1902-1963)
Ni cisne andaluz
ni pájaro de lujo
Pájaro por las alas
hombre por la tristeza
Una mitad de luz Otra de sombra
No separadas: confundidas
una sola substancia
vibración que se despliega en transparencia
Piedra de luna
más agua que piedra
Río taciturno
más palabra que río
Árbol solitario
hombre por la palabra
Verdad y error
una sola verdad
una sola palabra mortal
Ciudades
humo petrificado
patrias ajenas siempre
sombras de hombres
En un cuarto perdido
inmaculada la camisa única
correcto y desesperado
escribe el poeta las palabras prohibidas
signos entrelazados en una página
vasta de pronto como lecho de mar
abrazo de los cuatro elementos
constelación del deseo y de la muerte
fija en el cielo cambiante del lenguaje
como el dibujo obscenamente puro
ardiendo en la pared decrépita
Días como nubes perdidas
islas sepultas en un pecho
placer
ola jaguar y calavera
Dos ojos fijos en dos ojos
ídolos
siempre los mismos ojos
Soledad
única madre de los hombres
¿sólo es real el deseo?
Uñas que desgarran una sombra
labios que beben muerte en un cuerpo
ese cadáver descubierto al alba
en nuestro lecho ¿es real?
Deseada
la realidad se desea
se inventa un cuerpo de centella
se desdobla y se mira
sus mil ojos
la pulen como mil manos fanáticas
Quiere salir de sí
arder
en un cuarto en el fondo de un cráter
y ser bajo dos ojos fijos
ceniza piedra congelada
Con letra clara el poeta escribe
sus verdades obscuras
Sus palabras
no son un monumento público
ni la Guía del camino recto
Nacieron del silencio
se abren sobre tallos de silencio
las contemplamos en silencio
Verdad y error
una sola verdad
Realidad y deseo
una sola substancia
resuelta en manantial de transparencias
Fuente: Poesía, pan de los elegidos / Octavio Paz. Xalapa, Veracruz, México: Universidad Veracruzana 2014.
(1902-1963)
Ni cisne andaluz
ni pájaro de lujo
Pájaro por las alas
hombre por la tristeza
Una mitad de luz Otra de sombra
No separadas: confundidas
una sola substancia
vibración que se despliega en transparencia
Piedra de luna
más agua que piedra
Río taciturno
más palabra que río
Árbol solitario
hombre por la palabra
Verdad y error
una sola verdad
una sola palabra mortal
Ciudades
humo petrificado
patrias ajenas siempre
sombras de hombres
En un cuarto perdido
inmaculada la camisa única
correcto y desesperado
escribe el poeta las palabras prohibidas
signos entrelazados en una página
vasta de pronto como lecho de mar
abrazo de los cuatro elementos
constelación del deseo y de la muerte
fija en el cielo cambiante del lenguaje
como el dibujo obscenamente puro
ardiendo en la pared decrépita
Días como nubes perdidas
islas sepultas en un pecho
placer
ola jaguar y calavera
Dos ojos fijos en dos ojos
ídolos
siempre los mismos ojos
Soledad
única madre de los hombres
¿sólo es real el deseo?
Uñas que desgarran una sombra
labios que beben muerte en un cuerpo
ese cadáver descubierto al alba
en nuestro lecho ¿es real?
Deseada
la realidad se desea
se inventa un cuerpo de centella
se desdobla y se mira
sus mil ojos
la pulen como mil manos fanáticas
Quiere salir de sí
arder
en un cuarto en el fondo de un cráter
y ser bajo dos ojos fijos
ceniza piedra congelada
Con letra clara el poeta escribe
sus verdades obscuras
Sus palabras
no son un monumento público
ni la Guía del camino recto
Nacieron del silencio
se abren sobre tallos de silencio
las contemplamos en silencio
Verdad y error
una sola verdad
Realidad y deseo
una sola substancia
resuelta en manantial de transparencias
Fuente: Poesía, pan de los elegidos / Octavio Paz. Xalapa, Veracruz, México: Universidad Veracruzana 2014.
lunes, 21 de septiembre de 2015
Oda a la cebolla. Pablo Neruda
Oda a la cebolla
Cebolla,
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
luminosa redoma,
pétalo a pétalo
se formó tu hermosura,
escamas de cristal te acrecentaron
y en el secreto de la tierra oscura
se redondeó tu vientre de rocío.
Bajo la tierra
fue el milagro
y cuando apareció
tu torpe tallo verde,
y nacieron
tus hojas como espadas en el huerto,
la tierra acumuló su poderío
mostrando tu desnuda transparencia,
y como en Afrodita el mar remoto
duplicó la magnolia
levantando sus senos,
la tierra
así te hizo,
cebolla,
clara como un planeta,
y destinada
a relucir,
constelación constante,
redonda rosa de agua,
sobre
la mesa
de las pobres gentes.
Generosa
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
deshaces
tu globo de frescura
en la consumación
ferviente de la olla,
y el jirón de cristal
al calor encendido del aceite
se transforma en rizada pluma de oro.
También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino
tu influencia el amor de la ensalada
y parece que el cielo contribuye
dándote fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios de un tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino
Estrella de los pobres,
hada madrina
envuelta en delicado papel,
hada madrina
envuelta en delicado papel,
sales del suelo,
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligimos.
Yo cuanto existes celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.
eterna, intacta, pura
como semilla de astro,
y al cortarte
el cuchillo en la cocina
sube la única lágrima
sin pena.
Nos hiciste llorar sin afligimos.
Yo cuanto existes celebré, cebolla,
pero para mí eres
más hermosa que un ave
de plumas cegadoras,
eres para mis ojos
globo celeste, copa de platino,
baile inmóvil
de anémona nevada
y vive la fragancia de la tierra
en tu naturaleza cristalina.
Del libro Odas elementales. Extraído de Antología fundamental.Santiago de Chile. Pehuén Poesía. 1988. Selección de Jorge Barros.1.ª ed., pp. 182-184Fuente: www.cvc.cervantes.es
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Bajo tu clara sombra
Bajo tu clara sombra
(1933-1944)
Octavio paz
Sonetos
I
Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo de alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante,
fija en la rotación del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y llama equidistante.
Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado
tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra obscura.
II
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del circulo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al obscuro oleaje de los días.
III
Del verdecido júbilo del cielo
luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.
El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaladas muerde
y te desnuda y quema y vuele yelo.
Dos barcos de velamen desplegado
tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.
Es otoño en tu nuca: sol y bruma.
Bajo el verde cielo adolescente,
tu cuerpo da su enamorada suma.
Poesía, pan de los elegidos / Octavio Paz. Xalapa, Veracruz, México, Universidad Veracruzana, 2014.
(1933-1944)
Octavio paz
Sonetos
I
Inmóvil en la luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud que cría
en la cima del vértigo de alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante,
fija en la rotación del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y llama equidistante.
Tu salto es un segundo congelado
que ni apresura el tiempo ni lo mata:
preso en su movimiento ensimismado
tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra obscura.
II
El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.
De la suma de instantes en que creces,
del circulo de imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces,
y bajo cielos líquidos de estaño
tu cuerpo que en la luz abre bahías
al obscuro oleaje de los días.
III
Del verdecido júbilo del cielo
luces recobras que la luna pierde
porque la luz de sí misma recuerde
relámpagos y otoños en tu pelo.
El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaladas muerde
y te desnuda y quema y vuele yelo.
Dos barcos de velamen desplegado
tus dos pechos. Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.
Es otoño en tu nuca: sol y bruma.
Bajo el verde cielo adolescente,
tu cuerpo da su enamorada suma.
Poesía, pan de los elegidos / Octavio Paz. Xalapa, Veracruz, México, Universidad Veracruzana, 2014.
HAI KAIS. DIANA GABILONDO
Hai kais
La noche astuta
espía por los ojos
de la lechuza.
*
Corta la brisa
tijerita del aire
la golondrina.
*
Leves neblinas
cual fantasmas del agua
cruzan la cima.
*
Toca la lluvia
a trote de caballo
sobre la duna.
*
Con rumbo norte
giros de gasa llevan
hojas del bosque.
*
El cielo avienta
lágrimas y murmullos
sobre las tejas
*
Dormida al sol,
lagartija
gotita de dragón.
*
En el paisaje
la copia temblorosa
es el estanque.
*
Nube pirata
que al bogar por el cielo
llorando ataca.
* Diana Gabilondo fue hija de Francisco Gabilondo Soler, Cri cri. Agradecemos a su familia la posibilidad de publicar estos inéditos. Fuente: http://www.periodicodepoesia.unam.mx/
La noche astuta
espía por los ojos
de la lechuza.
*
Corta la brisa
tijerita del aire
la golondrina.
*
Leves neblinas
cual fantasmas del agua
cruzan la cima.
*
Toca la lluvia
a trote de caballo
sobre la duna.
*
Con rumbo norte
giros de gasa llevan
hojas del bosque.
*
El cielo avienta
lágrimas y murmullos
sobre las tejas
*
Dormida al sol,
lagartija
gotita de dragón.
*
En el paisaje
la copia temblorosa
es el estanque.
*
Nube pirata
que al bogar por el cielo
llorando ataca.
* Diana Gabilondo fue hija de Francisco Gabilondo Soler, Cri cri. Agradecemos a su familia la posibilidad de publicar estos inéditos. Fuente: http://www.periodicodepoesia.unam.mx/
La lluvia lenta.
La lluvia lenta
Gabriela Mistral (1889-1957)
Esta agua medrosa y triste,
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!
El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.
como un niño que padece,
antes de tocar la tierra
desfallece.
Quieto el árbol, quieto el viento,
¡y en el silencio estupendo,
este fino llanto amargo
cayendo!
El cielo es como un inmenso
corazón que se abre, amargo.
No llueve: es un sangrar lento
y largo.
Dentro del hogar, los hombres
no sienten esta amargura,
este envío de agua triste
de la altura.
Este largo y fatigante
descender de aguas vencidas,
hacia la Tierra yacente
y transida.
Llueve…, y como un chacal trágico
la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?
no sienten esta amargura,
este envío de agua triste
de la altura.
Este largo y fatigante
descender de aguas vencidas,
hacia la Tierra yacente
y transida.
Llueve…, y como un chacal trágico
la noche acecha en la sierra.
¿Qué va a surgir, en la sombra,
de la Tierra?
¿Dormiréis, mientras afuera
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?
cae, sufriendo, esta agua inerte,
esta agua letal, hermana
de la Muerte?
martes, 15 de septiembre de 2015
Alabanza de la noche
Alabanza de la noche
La luz los separaba. No podían
acomodar sus ojos al dolor que la mañana
derramaba en su mundo, en el tierno desorden de sus cosas.
El día le dictaba a la indolencia normas de claridad,
difíciles caminos bajo el sol.
Malgastaban su tiempo en trabajos extraños,
en tareas que les eran ajenas y que las horas
dejaban en sus manos de repente.
Y transcurrían siglos de silencio, inacabables
épocas de sed, grandes espacios de flores muertas,
Pero al fin la triste respiración de la ciudad cansada
les decía que comenzaba a regresar el atardecer.
Posaban la mirada en las lejanas cumbres. Presentían
que en el rumor oscuro de sus árboles
ya estarían las aves buscando su cobijo,
su humilde refugio de verdor apagado.
Entonces olvidaban la larga separación,
rompían las ataduras de la luz
y se encontraban de nuevo en el límite exacto de la sombra.
Porque la noche los unía, los empujaba suavemente
al lecho en que los cuerpos celebran los ritos de la
inmediatez,
al reino de la inocencia y de lo verdadero.
La luz los separaba. No podían
acomodar sus ojos al dolor que la mañana
derramaba en su mundo, en el tierno desorden de sus cosas.
El día le dictaba a la indolencia normas de claridad,
difíciles caminos bajo el sol.
Malgastaban su tiempo en trabajos extraños,
en tareas que les eran ajenas y que las horas
dejaban en sus manos de repente.
Y transcurrían siglos de silencio, inacabables
épocas de sed, grandes espacios de flores muertas,
Pero al fin la triste respiración de la ciudad cansada
les decía que comenzaba a regresar el atardecer.
Posaban la mirada en las lejanas cumbres. Presentían
que en el rumor oscuro de sus árboles
ya estarían las aves buscando su cobijo,
su humilde refugio de verdor apagado.
Entonces olvidaban la larga separación,
rompían las ataduras de la luz
y se encontraban de nuevo en el límite exacto de la sombra.
Porque la noche los unía, los empujaba suavemente
al lecho en que los cuerpos celebran los ritos de la
inmediatez,
al reino de la inocencia y de lo verdadero.
Eloy Sánchez Rosillo. 11 de junio de 1976
lunes, 14 de septiembre de 2015
A Mario Benedetti ( 14 de septiembre de 1920-2009)
Somos la catástrofe
Mario Benedetti
Mario Benedetti
La labor de los intelectuales de América Latina
ha sido, en general, catastrófica.
Octavio Paz
Hay una dignidad que el vencedor
no puede alcanzar.
Jorge Luis Borges
Dice octavio que en latinoamérica
los intelectuales somos la catástrofe
entre otras cosas porque defendemos
las revoluciones que a él no le gustan
somos la catástrofe asimismo
porque hemos sido derrotados
pero ¿no es raro que octavio ignore
que la verdad no siempre está
del lado de los victoriosos?
de cualquier manera
ya que con la derrota aprendimos la vida
exprimamos la memoria como un limón
quedémonos sin ángeles ni demonios
solos como la luna en el crepúsculo
desde paco bizarro y hernán cortés
hasta los ávidos de hogaño
nos han acostumbrado a la derrota
pero de la flaqueza habrá que sacar fuerzas
a fin de no humillarnos / no humillarnos
más de lo que permite el evangelio
que ya es bastante
para bien o para mal no es imposible
que los veteranos del naufragio
sobrevivamos como tantas veces
y como tantas veces empecemos
desde cero o desde menos cuatro
es casi una rutina
los derrotados mantenemos la victoria
como utopía más o menos practicable
pero una victoria que no pierda el turno
de la huesuda escuálida conciencia
los vencidos concebimos el milagro
como quimera de ocasión
pero siempre y cuando sea un milagro
que no nos cubra de vergüenza histórica
o simplemente de vergüenza.
En: Las soledades de Babel. (1991)
domingo, 13 de septiembre de 2015
El poema.
El poema
A veces me tropiezo con tu sonido. Escucho
un eco que golpea las paredes del sueño
y oigo en mi pulso un ritmo de aventura y suicidio.
La noche se hace entonces laberinto. Mis pasos
penetran en el bosque, presienten el encuentro.
Me acerco a los lugares donde la muerte esconde
el vértigo y la luz de su relámpago.
Para todo soy ciego si este dolor me acecha:
la destrucción buscada es la vida más honda.
Y no puedo escapar: tu voz es cárcel;
la orden se hace canción, llanto quemado,
lucidez delirante, tiempo entero.
Me rodean las cosas; en la penumbra gimen
y esperan que las nombre, que mis manos
impriman un color a su destino,
esculpan una forma en su carne reciente.
Me olvido del silencio, de la larga sequía;
la soledad se puebla de jadeos y gritos;
giran los signos y la sombra acepta
mi fiebre sacudida, mi pasión levantada.
Me pierdo en el camino, regreso. Al fin descifro
la secreta escritura, el vértice sonoro.
Todo termina y callo. Tiembla la noche. Cae
una gota de lumbre sobre el papel en blanco.
A veces me tropiezo con tu sonido. Escucho
un eco que golpea las paredes del sueño
y oigo en mi pulso un ritmo de aventura y suicidio.
La noche se hace entonces laberinto. Mis pasos
penetran en el bosque, presienten el encuentro.
Me acerco a los lugares donde la muerte esconde
el vértigo y la luz de su relámpago.
Para todo soy ciego si este dolor me acecha:
la destrucción buscada es la vida más honda.
Y no puedo escapar: tu voz es cárcel;
la orden se hace canción, llanto quemado,
lucidez delirante, tiempo entero.
Me rodean las cosas; en la penumbra gimen
y esperan que las nombre, que mis manos
impriman un color a su destino,
esculpan una forma en su carne reciente.
Me olvido del silencio, de la larga sequía;
la soledad se puebla de jadeos y gritos;
giran los signos y la sombra acepta
mi fiebre sacudida, mi pasión levantada.
Me pierdo en el camino, regreso. Al fin descifro
la secreta escritura, el vértice sonoro.
Todo termina y callo. Tiembla la noche. Cae
una gota de lumbre sobre el papel en blanco.
Eloy Sánchez Rosillo. 27 de febrero de 1974
viernes, 11 de septiembre de 2015
La libertas es alas (...)
Razones para morir. Octavio Paz
3
(...)
La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que somos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar al prisionero:
esa piedra ya es pan,
esos papeles blancos son gaviotas,
son pájaros las hojas,
y pájaros tus dedos: todo vuela.
3
(...)
La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que somos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar al prisionero:
esa piedra ya es pan,
esos papeles blancos son gaviotas,
son pájaros las hojas,
y pájaros tus dedos: todo vuela.
(...)
"El enemigo"
"El enemigo"
Hoy vino a verme un enemigo.
Se trata de un hombre encerrado
en su verdad, en su castillo,
como en una caja de hierro,
con su propia respiración
y las espadas singulares
que amamantó para el castigo.
Miré los años en su rostro,
en sus ojos de agua cansada,
en las líneas de la soledad
que le subieron a las sienes
lentamente, desde el orgullo.
Hablamos en la claridad
de un día pululante,
con viento que esparcía sol
y sol combatiendo con el cielo.
Pero el hombre sólo mostró
las nuevas llaves, el camino
de todas las puertas. Yo creo
que adentro de él iba el silencio
que no podía compartirse.
Tenía una piedra en el alma:
Él preservaba la dureza.
Pensé en su mezquina verdad
enterrada sin esperanza
de herir a nadie sino a él
y miré mi pobre verdad
maltratada adentro de mí.
Allí estábamos cada uno
con su certidumbre afilada
y endurecida por el tiempo
como dos ciegos que defienden
cada uno su oscuridad.
Entre los poetas míos...Pablo Neruda (1904-1973)
Hoy vino a verme un enemigo.
Se trata de un hombre encerrado
en su verdad, en su castillo,
como en una caja de hierro,
con su propia respiración
y las espadas singulares
que amamantó para el castigo.
Miré los años en su rostro,
en sus ojos de agua cansada,
en las líneas de la soledad
que le subieron a las sienes
lentamente, desde el orgullo.
Hablamos en la claridad
de un día pululante,
con viento que esparcía sol
y sol combatiendo con el cielo.
Pero el hombre sólo mostró
las nuevas llaves, el camino
de todas las puertas. Yo creo
que adentro de él iba el silencio
que no podía compartirse.
Tenía una piedra en el alma:
Él preservaba la dureza.
Pensé en su mezquina verdad
enterrada sin esperanza
de herir a nadie sino a él
y miré mi pobre verdad
maltratada adentro de mí.
Allí estábamos cada uno
con su certidumbre afilada
y endurecida por el tiempo
como dos ciegos que defienden
cada uno su oscuridad.
Entre los poetas míos...Pablo Neruda (1904-1973)
miércoles, 9 de septiembre de 2015
Trapecio
Trapecio
Elegía
2
No se detuvo el curso
ni la primavera plegó sus alas
ni las hojas brillantes
de traslúcido verde
verde trémulo
se desprendieron de su amorosa savia
Nada contuvo el aliento
nada se marchitó prematuramente
La muerte nunca es prematura
Cuántas estrellas ésa y las otras noches
El universo es hermoso y frío
y no tiene respuesta
Un torrente de luces ajenas a los vuelcos del corazón
a la carne y a la ternura
a la dolorosa transición de los anfibios
Trapecio, Socorro León Femat, Xalapa, México, Ficción Breve, Universidad Veracruzana, 2001.
Elegía
2
No se detuvo el curso
ni la primavera plegó sus alas
ni las hojas brillantes
de traslúcido verde
verde trémulo
se desprendieron de su amorosa savia
Nada contuvo el aliento
nada se marchitó prematuramente
La muerte nunca es prematura
Cuántas estrellas ésa y las otras noches
El universo es hermoso y frío
y no tiene respuesta
Un torrente de luces ajenas a los vuelcos del corazón
a la carne y a la ternura
a la dolorosa transición de los anfibios
Trapecio, Socorro León Femat, Xalapa, México, Ficción Breve, Universidad Veracruzana, 2001.
lunes, 7 de septiembre de 2015
Aquel otro.
Aquel otro
José Emilio Pacheco.
Hoy vino a verme el que no fui:
aquel otro
ya para siempre inexistencia pura,
ardid verbal para el hubiera sido,
forma atenuada de decir no fue.
Ahora lo entiendo:
quien no fui ha triunfado,
la realidad no lo manchó, no tuvo
que adaptarse a la eterna sordidez,
jamás capituló ni vendió su alma
por una onza de supervivencia.
El que no fui se fue como si nada.
Ya nunca volverá, ya es imposible.
El que se va no vuelve aunque regrese.
De Como la lluvia [2001-2008]
|
A media noche.
A MEDIA NOCHE, a punto de terminar agosto, pienso con tristeza en las hojas que caen de los calendarios, incesantemente. Me siento el árbol de los calendarios.
Cada día, hijo mío, que se va para siempre, me deja preguntándome: si es huérfano el que pierde un padre, si es viudo el que ha perdido una esposa, ¿cómo se llama el que pierde un hijo?, ¿cómo, el que pierde el tiempo? Y si yo mismo soy el tiempo, ¿cómo he de llamarme, si me pierdo a mí mismo?
El día y la noche, no el lunes ni el martes, ni agosto ni septiembre; el día y la noche son la única medida de nuestra duración. Existir es durar, abrir los ojos y cerrarlos.
A esta horas, todas las noches, para siempre, yo soy el que ha perdido el día. (Aunque sienta que, igual que sube la fruta por las ramas del durazno, está subiendo, en el corazón de estas horas, el amanecer.)
Diario semanario y poemas en prosa, Jaime Sabines, Xalapa, México, Serie conmemorativa Sergio Galindo, Universidad Veracruzana, 2007.
domingo, 6 de septiembre de 2015
No es poeta...
"No es poeta aquel que no haya sentido la tentación de destruir el lenguaje o de crear otro, aquel que no haya experimentado la fascinación de la no-significación y la no menos aterradora de la significación indecible." Octavio Paz.
cfr: Poesía, pan de los elegidos, Octavio Paz, Biblioteca del Universitario, Universidad Veracruzana. Xalapa, Veracruz, México. 2014. p:244
Fragmento Las ruinas de México. José Emilio Pacheco.
A 30 años del Terremoto de México.
Las ruinas de México
(fragmento)
II-I
Crece en el aire el polvo,
llena los cielos. Se hace de tierra y de perpetua caída. Es lo único eterno. Sólo el polvo es indestructible.
De Miro la tierra [1984-1986]
|
La respuesta está en el aire.
La respuesta está en el aire.
¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre?
¿Cuántos mares debe atravesar la paloma blanca
Antes de dormir en la arena?
Sí, ¿cuántas veces deben volar las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántas veces debe un hombre levantar la vista
Antes de poder ver el cielo?
Sí, ¿cuántos oídos debe tener un hombre
Para poder escuchar a la gente que llora?
Sí, ¿cuántas muertes serán necesarias para comprender
Que ya ha muerto demasiada gente?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántos años puede existir una montaña
Antes de ser deslavada por el mar?
Sí, ¿cuántos años puede vivir alguien
Antes de que se le permita ser libre?
Sí, ¿cuántas veces puede un hombre voltear la cabeza,
Fingiendo no ver nada?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
Sí, ¿cuántas veces deben volar las balas de cañón
Antes de ser prohibidas para siempre?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántas veces debe un hombre levantar la vista
Antes de poder ver el cielo?
Sí, ¿cuántos oídos debe tener un hombre
Para poder escuchar a la gente que llora?
Sí, ¿cuántas muertes serán necesarias para comprender
Que ya ha muerto demasiada gente?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
¿Cuántos años puede existir una montaña
Antes de ser deslavada por el mar?
Sí, ¿cuántos años puede vivir alguien
Antes de que se le permita ser libre?
Sí, ¿cuántas veces puede un hombre voltear la cabeza,
Fingiendo no ver nada?
La respuesta, mi amigo, está en el viento,
La respuesta está flotando en el viento.
Bob Dylan, 1963.
El verdadero nombre de Bob Dylan es Robert Zimmerman. Nació en 1941, en Duluth, Minnesota. Desde muy joven viajó por Estados Unidos siguiendo el camino errante de los músicos de protesta. Woody Guthrie, pionero de la música country, le pidió que recordara siempre que la música es un instrumento de crítica social. Así lo hizo Dylan en su primera época, cuando cautivó al público en el festival de Newport, en 1965. Pero después consideró que se había convertido en un símbolo comercial de protesta y trató de cambiar su imagen a través de composiciones autobiográficas, alegorías religiosas, sueños y atmósferas surrealistas. Dylan fue uno de los primeros músicos en incorporar instrumentos eléctricos a la música folclórica. “Blowin’ in the Wind” forma parte de la primera época de Dylan. Hay un deseo intenso por denunciar las miserias que había encontrado en sus viajes. Para él, la vida era un gigantesco “Paseo de la desolación”, una extensión de la “Autopista 61” donde la gente moría de frío. Sin embargo, es un rasgo típico de Dylan no proponer alternativas concretas a lo que critica.
Entre sus obras figuran: Bob Dylan, The Freewheelin’ Bob Dylan, The Times They Are A-Changin’, Another Side Of Bob Dylan, Highway 61 Revisited, Blond On Blond, Nashville Skyline, New Morning, Before The Flood, Blood On The Tracks, Desire, Street Legal.
Fuente: https://materialdelectura.unam.mx /Poesía en el rock.
Fragmento Pasado en Claro, Octavio Paz.
Fragmento Pasado en claro, Octavio Paz.
"Dedos de luz abrían los follajes.
Zumbar de abejas en mi sangre:
el blanco advenimiento.
Me arrojó la descarga
a la orilla más sola. Fui un extraño
entre las vastas ruinas de la tarde.
Vértigo abstracto: hablé conmigo,
fui doble, el tiempo se rompió."
"Dedos de luz abrían los follajes.
Zumbar de abejas en mi sangre:
el blanco advenimiento.
Me arrojó la descarga
a la orilla más sola. Fui un extraño
entre las vastas ruinas de la tarde.
Vértigo abstracto: hablé conmigo,
fui doble, el tiempo se rompió."
sábado, 5 de septiembre de 2015
Razones para morir (fragmento)
Fragmento:
Razones para morir
Octavio Paz
1
Unos me hablan de la patria.
Mas yo pensaba en una tierra pobre,
pueblo de polvo y luz,
y una calle y un muro
y un hombre silencioso junto al muro.
Y aquellas piedras bajo el sol del páramo
y la luz que en el río se desnuda...
olvidos que alimentan la memoria,
que ni nos pertenecen ni llamamos,
sueños del sueño, súbitas presencias
con las que el tiempo dice que no somos,
que es él quien se recuerda y él quien sueña.
No hay patria, hay tierra, imágenes de tierras,
polvo y luz en el tiempo....
Razones para morir
Octavio Paz
1
Unos me hablan de la patria.
Mas yo pensaba en una tierra pobre,
pueblo de polvo y luz,
y una calle y un muro
y un hombre silencioso junto al muro.
Y aquellas piedras bajo el sol del páramo
y la luz que en el río se desnuda...
olvidos que alimentan la memoria,
que ni nos pertenecen ni llamamos,
sueños del sueño, súbitas presencias
con las que el tiempo dice que no somos,
que es él quien se recuerda y él quien sueña.
No hay patria, hay tierra, imágenes de tierras,
polvo y luz en el tiempo....
Jugando con haikus
Jugando con haikus
Llega el niño
endulza nuestra casa
néctar de amor
El buzón guarda
estados de cobranza
ya no hay cartas
Miro un papel
bajo el papel blanco
la raíz letra
Su falda viento
ondula en su piel
cuerpo el viento
Cae la tarde
en el balcón espera
la noche fría
La pálida luz
se guardó en la sombra
caminó mucho
Jugando con haikus, Hernando del Retoño. 2015.
Patria es humanidad.
Patria es humanidad, Mario Benedetti
Patria es humanidad
José Martí
La manzana es un manzano
y el manzano es un vitral
el vitral es un ensueño
y el ensueño un ojalá
ojalá siembra futuro
y el futuro es un imán
el imán es una patria
patria es humanidad
el dolor es un ensayo
de la muerte que vendrá
y la muerte es el motivo
de nacer y continuar
y nacer es un atajo
que conduce hasta el azar
los azares son mi patria
patria es humanidad
mi memoria son tus ojos
y tus ojos son mi paz
mi paz es la de los otros
y no sé si la querrán
esos otros y nosotros
y los otros muchos más
todos somos una patria
patria es humanidad
una mesa es una casa
y la casa un ventanal
las ventanas tienen nubes
pero sólo en el cristal
el cristal empaña el cielo
cuando el cielo es de verdad
la verdad es una patria
patria es humanidad
yo con mis manos de hueso
vos con tu vientre de pan
yo con mi germen de gloria
vos con tu tierra feraz
vos con tus pechos boreales
yo con mi caricia austral
inventamos una patria
patria es humanidad
En: Geografías (1982-84)
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