domingo, 4 de octubre de 2015

LA PLAZA QUEDÓ CON ZAPATOS Y BOLSOS



LA PLAZA QUEDÓ CON ZAPATOS Y BOLSOS
tirados por todas partes

(a veces a la muerte le gusta quitarle los zapatos a los muertos)

la sangre lavó la lluvia
estaba oscuro
olía a tristeza
a olor de guerra fratricida

hubo un momento en que todo se quedó tranquilo
la boca de la caverna de la confabulación
dejó de vomitar fuego

ya no se oía nada
sólo ruidos y gritos 
como un aletear de murciélagos
en la oscuridad
parecía como si el cielo
se hubiese juntado con la tierra
aplastando los ruidos con su peso

los que sobrevivieron
abrieron los brazos como
si quisieran medir el tamaño de la noche
y huyeron a sus casas

aquella noche nos acomodamos para dormir
pero no pudimos porque no estaban nuestros hijos
llegaba un viento de rumor
lo oímos pasar encima de nosotros
lo estuvimos oyendo entrar y salir
y mejor nos levantamos
para ir a las cruces
a las delegaciones

después de esto todo fue un calvario

poco antes del amanecer dejó de llover
el tiempo se hizo largo
de repente vimos que amanecia
y salió la neblina gris o negra
en el horizonte desteñido

la paloma blanca 
la de la paz
despertó con un
plumaje negro sobrepuesto
como si llevara a rastras una cobija

después de la tarde noche negra
la plaza por cualquier lado que se le mire
es un lugar triste
es el lugar donde anida la tristeza

y si quiere usted puede ver la tristeza
el aire que ahí sopla la revuelve
pero no se la lleva nunca
está allí como si allí hubiera nacido
y hasta se puede probar y sentir

¿pero qué le vamos a hacer?

es triste decirlo
de todos modos sigue muriendo gente

cuando yo muera 
me aseguraré de llevar bien sujetos los zapatos

Hernando del Retoño, 2015.

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